psicologia-chica-sonriendo

“Quererse a sí mismo no es egoísta ni enfermizo, es un sentimiento fundamental”

Como deber ético, la autoestima es una obligación radical básica, lo mismo que respirar, alimentarnos bien, hacer ejercicio y dormir suficiente. Es el deber que tenemos de conocernos, aceptarnos y querernos tal y como somos.

Las personas que se valoran y aprecian mantienen un comportamiento sólido y coherente a lo largo de su vida.

En cambio, las personas con baja autoestima son extremadamente críticas consigo mismas. Evalúan y analizan continuamente cada gesto, cada acto, cada pensamiento que realizan. Tienen un temor excesivo a cometer errores, son muy sensibles a la crítica y necesitan la aprobación continua de los demás.

La autoestima se origina en la dinámica familiar durante la infancia, en los mensajes verbales y no verbales recibidos por figuras de importancia para el niño, como padres, profesores, iguales…y que serán decisivos para el resto de su vida:

Pueden ser positivos: “tu eres valioso” “tu eres importante”… o por el contrario negativos: “No vales para nada” “No eres lo que se esperaba de ti”.

Aunque en determinadas ocasiones las formas no verbales pueden ser mas duras y crueles: miradas despectivas, ignorancia…

Un comportamiento negativo hacia un niño dañará su autoestima gravemente, y por supuesto el concepto que tiene de sí mismo como persona válida e importante, y en consecuencia hacerla mas vulnerable ante los demás.

Un beso cariñoso, un elogio, cualquier tipo de reconocimiento positivo sientan la base de una buena autoestima, y una vez configurada la refuerzan y la alimentan.

Una baja autoestima puede llegar a constituir una verdadera enfermedad de nuestra personalidad, por lo que en el proceso de curación resulta determinante analizar, con la ayuda de un psicólogo, como cualquier enfermedad, las causas de su origen para hacerla frente con las técnicas adecuadas.

Anahí Navarro – Psicóloga Psicoterapéuta